Nuestros cuerpos se acercaron pausadamente, atraídos por un impulso natural, animal, y nuestros ojos se miraban fijamente, tus hermosos ojos castaños, desprendían un brillo mágico. Nuestros labios se encontraron en el aire, y se fundieron en un beso húmedo y calido. Nuestras manos buscaron donde agarrarse, para no perder el tesoro que acababan de hallar. Me empujaste sobre la cama, o mas bien te dejaste caer en ella sobre mi.
Con cada beso me arrancaban el alma a pedazos sin darte de cuenta, y me envolvías más y más en aquel torrente de pasión.
Mientras me mordías el labio inferior, me sacaste la camiseta sin apenas darme de cuenta…Tu lengua y la mía se encontraron para descubrir un vergel de sensaciones mientras te ibas quitando la camisa y embrujándome con cada nueva sensación que me enseñabas…
Descubrí que por primera vez, despeinarse era bueno, el resultado de una gran sensación. Debía de tener unos pelos salvajes, al igual que tu, pero resultaban atractivos, dado el momento…
Tus labios buscaron en mi cuello el botón para desinhibirme de la razón y el autocontrol, que rápidamente encontraron en el, haciéndome tomar a mi el mando de la situación. Te cogí por las muñecas y las eche hacia atrás, tras tu cabeza, mientras mis labios descendían por tu pecho sin control. Tu hermoso sujetador blanco ocultaba tu modesto tesoro por poco tiempo….
Recostada sobre la cama mirabas al cielo, mientras mis labios descendían más y más hasta llegar a tu cintura y encontrarse con la barrera de tu cinturón y tus vaqueros azules, los cuales fueron a hacer compañía a tu sujetador y el resto de la ropa esparcida por la habitación.
Las tornas se volvieron a cambiar, y el control volvió a tu disposición.
Tu cara angelical, ocultaba en tu ser un puma salvaje sin control, que se hizo dueño de mis pantalones, y por el aire los perdió…
Con un hambre insaciable comenzaste a morderme el lóbulo de la oreja, haciéndome perder cada vez más el poco control que a ratos me invadía.
A pesar de no llevar nada mas que mis boxes negros, me sentía como si estuviera totalmente abrigado, y el calor que me embargaba era inmenso y se acrecentaba a medida que tus labios y tus manos jugueteaban con picardía por mi cuerpo, y mis labios y manos los imitaban, buscando juntos cada botón para desnudar tu ser completamente y encontrar cada válvula que contuviera esos gemidos celestiales que a ratos se te escapaban modestamente…
Como el más gentil y sensual tango, volví a tomar el control, dispuesto a hacerte sentir lo que nadie podría hacer…
Observándote un solo momento en tu inmensidad, mi sangre se agolpaba en una sola zona de mi cuerpo… Tu tez morena y tus ojos caoba me avivaban una llama cada vez más fogosa, mientras con mis ojos recorría tu cuerpo, y descubría a la diosa que reposaba en aquella cama, semi-desnuda, algo que intentaría remediar, haciendo desapareces esas hermosas y adorables bragas blancas de algodón, que desentonaban y deseaban internamente ir con el resto de las prendas que alfombraban el cuarto, que se había convertido en un pedazo de paraíso, con temperaturas del infierno…