martes, 6 de diciembre de 2011

Somos como un pingüino

Ya está, has tocado fondo. El tiempo pasa y pasa. No has llegado a ningún puerto en mucho tiempo, y naufragas a la deriva en un mar a veces calmo y en la gran mayoría de ellas, iracundo. Sientes que todo fluye ante ti con más velocidad de la que debería. Quisieras agarrar el tiempo con las manos, detenerlo, y permitirte recapacitar, pensar en que hacer, que decir, como actuar. Pero ese lujo no se te permite. Tu corazón esta malherido, tu alma rasgada como una vieja tela y tus pies ya están cansados de un camino, para unos, corto y para ti demasiado extenso. Cargas a tus espaldas un saco lleno de sentimiento, vivencias, experiencias, soledades, llantos, lágrimas, algunas sonrisas y frustraciones del que no te puedes desembarazar. Te sientes como una gota, una simple y frágil gota de cristal, que se queda en la botella, rechazada de la boca del bebedor. Como un barco de papel que es tirado en medio de un océano. Como un avión de cristal. Frustrado como el pingüino que con ahínco y determinación sueña con volar, y a base de hostias, descubre, que no todos debemos poder cumplir nuestros sueños. Esa es la clave. Soñar. Todos soñamos con cumplir nuestros sueños, nuestras ilusiones. Y nos creemos ser dignos de ellos, merecedores de algo así. Por que somos soñadores, ilusos o en otras palabras, entupidos.
Somos como un pingüino, nos tiramos suicidamente cuesta abajo, por una colina de nieve, esperando cojer carrerila y poder volar...

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