sábado, 9 de octubre de 2010

Prologo: El asesino de las Cigarras

El motor del coche comenzaba a enfriarse, y las llaves reposaban en el contacto apagado. Se había parado en mitad de la carretera, situándose en el arcen, a cien metros de la gasolinera, que ya quedaba atrás, donde había parado a repostar combustible y compañía.
Los cristales del coche reflejaban las luces largas de los coches y las gotas de lluvia de aquella fría noche invernal, una lloví agresiva, que no daba tregua.
En el interior del automóvil, los cristales comenzaban a empañarse por el calor humano generado en su interior.
Aquella puta merecía sus cien pavos, pensó por un momento mientras esta, se apartaba el largo cabello castaño y volvía a introducir su juguete en la boca.
Se reclino en el asiento del conductor perdiendo la mirada en el techo del automóvil, y abstrayéndose en sus pensamientos aun embotados por el alcohol de la botella de Vodka que sujetaba fuertemente con su puño izquierdo cerrado en torno al cuello de la botella, y con ganas de refrescarse el gaznate y apagar las ideas, llevaba a los labios.
Bajando de reojo la mirada, pudo ver el asiento del copiloto, allí, arrodillada con su “mini” minifalda vaquera y sus tacones rojos, estaba inclinada aquella puta. “Como una buena cristiana rezando” pensó sin poder evitar que a sus labios se asomara una sonrisa irónica. En aquella posición, verdaderamente sabía ganarse el sueldo de aquella noche. Sabía cuando chupar, usar la lengua y cuando parar en el momento exacto. Como dar el máximo placer y procurarse una buena propina, mientras sus voluptuosos labios carmín, saltaban de vez en cuando su gominota para volver a atraparla.
Palpando a ciegas, dejo que aquella puta guiara su mano derecha hasta sus senos, y los apretara juguetonamente, notando como los pezones de esta ardían y se endurecían rápidamente
Con un pesado movimiento, se llevo la botella de Vodka a los labios y trago más que bebió, mientras su mano derecha apretaba la cabeza despeinada de su compañera contra su entrepierna. Repitiendo esta operación varias veces, hasta que lo que entendía como “juerga” en su cerebro embriagado, ya había terminado.
Mientras la puta se recambia picaronamente y buscaba sus labios, el abrió la puerta del automóvil y le indico que saliera a la lluvia con una leve palabra.
La puta así lo hizo, y exigiendo su sueldo que creía bien ganado, quedo mirándolo tras cubrirse con el paraguas.
Al ver como abría la guantera del coche u rebuscaba a ciegas en ella, la puta sonrió, “una buena propina” pensó, en el preciso momento en que el paraguas le calló al suelo tras perder fuerzas.
Sus ojos se abrieron de par en par, y sus manos buscaron en su vientre, bajo la lluvia, la fuente por la que manaba sangre, mientras su ex cliente, guardaba una pistola negra en la guantera, y se cerraba la vitrina de los vaqueros, para encender tras ello el coche y cerrar la puerta del copiloto.
El coche arranco bruscamente, dejando tras de si un humo denso y una melodía de música en ingles, una canción, que fue la ultima de aquella puta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario